SERVICIOS DE ADIESTRAMIENTO Y CONDUCTA CANINA
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La dominancia humana

El podcast de Ken Sewell

 

 

Ya sabes que la dominancia se define como la tendencia a imponerte al comportamiento ajeno. Cuando este rasgo temperamental se emplea al servicio de la organización,  su efecto es muy positivo, porque encauza el esfuerzo colectivo para hacerlo más eficiente. Sin embargo, como todo en la vida, es un arma de doble filo, que – en el caso que nos ocupa –  puede manifestarse de forma subjetiva y así limitar el progreso en lugar de fomentarlo.

Me explicaré; pero antes quiero comentar dos observaciones clave acerca de mecanismos cerebrales humanos que entorpecen el ejercicio del raciocinio y estrechan nuestras miras, en todos los ámbitos, en lugar de ampliarlas. El disidente ruso Andrei Sájarof afirmó, con razón, que un peligro de la mente humana es que tiende a aceptar como verídica la primera explicación que entiende acerca de un hecho, en lugar de cuestionar las bases de dicha explicación; o sea, el criterio en que se fundamenta, luego el psicólogo norteamericano, Daniel Goleman, autor del “bestseller” La inteligencia emocional, señaló en otro libro, el punto ciego que nuestra mente tiende a rechazar información objetiva que no estamos preparados para asimilar. Se crea una barrera inconsciente, ¿Y esto, a dónde nos lleva con respecto al tema del comportamiento de los perros?,. Pues, en este ámbito, abundan las personas que emplean la primera información que encuentran en cursillos de pocas horas o días o  incluso en la televisión , para imponerla a los demás como si se tratara de una verdad incuestionable. En vez de enriquecer sus conocimientos explorando alternativas razonables, se quedan con lo primero y, así limitan terriblemente su capacidad de comprender las realidades contrastadas que sostienen la conducta de los perros.

Cuestionar las ideas que estas personas pretenden imponer puede causar irritabilidad porque en el fondo no obran desde el deseo de comprender de enriquecerse, de compartir, sino desde la necesidad de ejercer su dominancia sobre sus oyentes.

¡Desafortunadamente, las hormonas no piensan!