convivencia entre perro y niño
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Frenar la crispación agresiva de un bulldog

La semana pasada, acabé con un programa terapéutico que tenía como finalidad poner freno a la crispación agresiva de un bulldog francés que parecía  resentido ante la llegada de una recién nacida al hogar. Un ejemplo de futura convivencia entre perro y niño. Después de dos años como “hijo único” esta perturbación en su bienestar emocional, provoco una serie de repercusiones violentas que asustaban a la joven pareja que me contrató. Afortunadamente, en la última sesión, el animalejo ya estaba resignado  a la conveniencia de aceptar  esta nueva presencia en sus dormitorios y se dejó patear suavemente la cara con esos diminutos pies de juguete mientras intentaba conciliar el sueño al lado  de la pequeña en el sofá.

Puntualizaciones iniciales en la convivencia entre perro y  bebé

Esta situación es muy poco frecuente ya que, cuando llega un bebé a casa, suele pasar prácticamente todo el tiempo o en la cuna, o en el cochecito o en brazos. El interés que suscita, por lo tanto, se debe a los olores y ruiditos y es mínimo. No por ello, sin embargo, se debe bajar la guardia. Aunque el consejo de traer pañales sucios a casa antes de la llegada del bebé me parece una tontería, no así la recomendación de no dejar nunca bebé y perro solos. Ante cualquier muestra de agresividad por parte del animal, hay que separarlos y llamar a un profesional (y encender una vela a Santa Rita para que el que se encuentre entienda algo de comportamiento canino…).

Consideraciones a tener en cuenta en la convivencia entre perro y bebé

La organización familiar se complica sensiblemente cuando el pequeño empieza a gatear y muestra ese afán de agarrarse a todo lo que se preste a ello y a estirar con fuerza. Incapaz de reconocer las señales de advertencia que envía el perro ni de paliar la intensidad de sus propias embestidas en virtud de una normativa  de cuya existencia  tampoco se percata, hay  que proteger al perro del niño  para evitar conflictos peligrosos. El hecho  de que el santo de Bobby acepte estirones de oreja y mordiscos en la barriga no significa que su paciencia  no conozca límites.